Del amor como guerra y la piel como campo de batalla
17/06/2009 at 10:31 Deja un comentario
Asúmelo. Te dejé conquistarme. Sabía que tus tropas se acercaban y bajé mis defensas. Cuando tus barcos me navegaron, yo apagué mis huracanes. Cuando tus tropas me cabalgaron, mis ejércitos estaban entretenidos en otra parte. Desmonté mis catapultas y mis arietes. Te dejé entrar, querido enemigo.
Te lo puse fácil, y aún así, hiciste trampa. Una vez tus ejércitos tomaron el control y me pusiste tu bandera, para anunciar al mundo que me habías conquistado, te retiraste. Rápido, llamaste a tus tropas y te fuiste a conquistar otros territorios. Te retiraste destrozando todo a tu paso, siguiendo la estrategia de tierra quemada. O eso creíste.
Inundaste mis puertos, destrozaste mis defensas, y quemaste todos mis campos de cultivo. Te propusiste dejar mis tierras infértiles, y mi territorio destrozado, para que nadie lo pudiera aprovechar. Tu crueldad no va a dejar de sorprenderme.
Mientras tú me conquistabas, mis tropas se perdían en ti. Tus sirenas destrozaron mis barcos contra tus arrecifes. No fui capaz de conquistar ni uno sólo de tus puntos estratégicos. Jamás llegué a izar mi bandera en tu territorio.
Ahora, lo anuncio. He quemado los cadáveres de tu ejército en grandes piras. He arriado todas tus banderas y he eliminado todo rastro de tu invasión. Mis tierras vuelven a florecer, y mis defensas vuelven a estar firmes. Me he propuesto recuperar el control de todo mi territorio y lo he hecho. A ti te da igual, tus ejércitos están en otra parte. A mi no. Ahora, vuelvo a ser mío. Lo único que ha quedado en esta inútil guerra han sido un par de cicatrices. No te creas que ha habido bajas importantes.
Vuelvo a ser mío. He vuelto a construir mis murallas. Ya han soportado un par de ataques blitzkrieg, y resisten. Y lo que es mejor, vuelvo a estar dispuesto a bajar mis defensas ante el próximo invasor.
Trackback this post | Subscribe to the comments via RSS Feed