Espiral de destrucción (abril de 2008)
17/06/2009 at 10:33 Deja un comentario
¿Ves la hoguera? Acerca la mano. Así.
Olvídate del dolor y manténla ahí. Siente como poco a poco tu cuerpo te pide ayuda. Ignóralo. Disfruta de ese dolor que sabes que te mereces. Con que lo mantengas el suficiente tiempo, todos tus receptores sensitivos habrán ardido. Planteátelo como una inversión: sufre ahora para no sufrir nunca más.
Huele tu propia barbacoa.
Disfrútala.
Cuando hayas dejado de sentir esa mano, usa la otra. Piensa en todos los errores que has hecho con ella como cómplice, y sacrifícala. Vamos.
Así.
Sin más. Sigue quemando tu piel para poder dejar de sentir. Para no volver a sufrir. Grita si quieres.
Inutiliza toda tu piel y serás un superhombre. Supera la barrera del dolor y volverás al mundo como un ser todopoderoso.
Sigue adelante en esta destrucción. Acaba con todo rastro de placer. Tira tu lengua a la hoguera, por todas esas tonterías que ha dicho por ti.
Ásala.
Tira el sexo. Nunca más te arrastrará a gilipolleces.
Quema todos los recuerdos agradables, todo rastro de placer.
Plantéatelo como una experiencia mística, renovadora. La gente paga millones por un asesor espiritual. Libérate de todas las cargas.
Sigue quemando. Sigue destruyendo.
Quema todo. Quema tu belleza y tu juventud. No te han servido de mucho, y de todas formas, ya estaban desapareciendo.
Tira tu cerebro a la hoguera. Se supone que era lo que más valorabas, y mira hasta dónde te ha traído.
Carbonízalo.
¿Aún te queda algo que valores?
Arráncate el poco corazón que te queda, sorpréndete por lo pequeño que es y lo poco que vales. Quémalo.
Y ahora, sigue andando como una carcasa vacía, humeante. Y a ser feliz.
Trackback this post | Subscribe to the comments via RSS Feed